Kristin y la aventura de la dopamina: Descubriendo su fuerza interior (Primera parte)

Tercera ley de Newton “para cada acción hay una reacción igual y en el sentido opuesto”.


Actualmente se sabe que la vida de las personas con TDAH tiene múltiples aspectos, algunos positivos y otros no tan positivos. Por ejemplo, Kristin, es una niña con mucha imaginación y curiosidad, lo que le permite ser ingeniosa y usar su creatividad para resolver los problemas y hasta se podría decir para inventar excusas creíbles a errores que puede llegar a cometer. Justo como aquel día que no presentó la tarea de matemática porque olvidó echar en el bulto el folder. Sin embargo, en su día a día también enfrenta dificultades para concentrarse, regular algunas de sus emociones y sus movimientos físicos, hablar sin parar o mantener la atención en las actividades que realiza tanto en la escuela como en el hogar.

 Gracias a la investigación y los avances tecnológicos aplicados en la medicina, se ha descubierto que este trastorno no está relacionado únicamente con dificultad en la atención o la hiperactividad. Las redes neuronales en el cerebro de la persona con TDAH reciben y procesan la información de forma diferente al de una que no lo presenta. Siendo esta una de las razones por la que el comportamiento y  algunos rasgos en la personalidad son distintos.

¿En qué afectan estas diferencias a la persona? Afectan en la maduración cerebral, en el desarrollo de las funciones ejecutivas (planificar, organizar, prestar atención, entre otras) y el funcionamiento de los neurotransmisores ( dopamina y noradrenalina), lo que impacta directamente en la atención, la motivación y el control del impulso.

Por lo que no es extraño los cambios de humor o comportamiento en las personas con TDAH. Por ejemplo, Kristin que es una niña muy activa puede llegar a tener momentos en que camina arrastrando los pies y no corre como es usual, se le dificulta empezar alguna tarea en el hogar o en la escuela, lo que se nota en la cara larga que muestra al alistar lo necesario; al perder la paciencia fácilmente o hasta actividades que son de su agrado, sin razón aparente. Tal vez lo más triste es que hubo una época en que los padres de ella no conocían sobre este tema, por lo que pensaban que la niña se pasaba de floja y que no le gustaba  hacer sus tareas escolares, salir a jugar o practicar sus pasatiempos favoritos por ser perezosa.

—¿Kristin, tiene tarea?, —le preguntó la mamá al llegar a la casa el viernes por la tarde—. Para que la haga de una vez y tenga el fin de semana libre, es mejor descansar ahora que no tiene que estudiar para exámenes.

—Sí, de matemáticas, —respondió ella, con cara y tono de voz apagado—. Pero…mmm.. puedo hacerla mañana, mamá ¡sííí, puedo…! Me siento un poco cansada.

Al escuchar esas palabras la mamá le preguntó con curiosidad  —¿se siente bien?

—Sí, ¿Por qué?

—No sé, es raro que usted diga que está casada.

—Es que hoy estudié mucho en la escuela —se excuso la niña sabiendo lo que su mamá pensaba acerca del tiempo para hacer la tareas— creo que es por eso, quiero descansar, ya sé que lo debería hacer hoy, pero quiero descansar.   

—Está bien —, extrañamente su mamá aceptó la propuesta, pensando que podía ser que se fuera a enfermar, después de todo Kristin es una niña muy activa—. La puede hacer mañana, eso sí, bien temprano. 

Aunque su mamá tiene por regla que las tareas se hacen con tiempo y se inician lo más rápido posible, ese día dejó que Kristin descansara. Esto porque las únicas veces que ella o Andrew se sienten cansados o se ven decaídos es cuando están enfermos o les va a subir la fiebre.  

Esa tarde Kristin comió una merienda y se acostó a dormir toda la tarde. Un poco más tarde Andrew le pidió ver alguna de sus películas favoritas con él, pero ella no quiso “No Andrew me siento cansada” fueron sus palabras al negarse.

—¿Kristin no va a ver la peli con usted?

—No, no quiere, me dijo que se siente cansada —le respondió el niño encogiendo los hombros sin darle mucha importancia.

Escuchar que Kristin no quiso ver una película con Andrew hizo que la mamá se preocupara, hasta el punto de que sacó el termómetro que tenía guardado hace tiempo, lo desempolvo y le tomó la fiebre para estar segura que no le estuviera subiendo la temperatura.

—Kristin, dese vuelta para acá, para tomarle la fiebre  —, le dijo mientras encendía el termómetro digital y se lo colocaba en la frente —,  36.5 está normal. No, no tiene fiebre. 

—Ay… mamá, ya le dije ¡no me siento mal!, me siento cansada. Parece que no puedo sentirme cansada. Porque para usted ya estoy enferma. —Expresó mientras colocaba los ojos en blanco y fijaba la mirada en el techo de su cuarto. 

—¡Diay! Me preocupé, usted no quiso ver una peli con Andrew —le respondió ella con cara seria, mientras se daba la vuelta para regresar a la sala de televisión con Andrew.

—Ok, mamá —replicó la niña al darse vuelta en la cama medio adormilada, ya que se sentía sin energía pero no con sueño. Después de un rato se levantó y fue a la sala a ver el final de la película recostada en el sillón. Algo que también era extraño, generalmente los viernes en la tarde iba donde su amiga a jugar un rato antes de cenar. Había dormido toda la tarde, no había querido ver una película, no fue a jugar con Zoe, estos no eran comportamientos típicos en Kristin.

—¿Hoy no va a ir donde Zoe a jugar? —le preguntó la mamá levantando las cejas y la frente pensando que era extraño que no lo hiciera, los viernes eran los días que podía ir un poco más de tiempo, debido a que el sábado no debía levantarse temprano y además le encantaba jugar con Zoe su mejor amiga.

—No, estoy un poco cansada… —, respondió ella con la mirada fija en la tele. Este día de manera rara solo, comió la cena, vio un capítulo de una serie con Andrew y se fue a dormir.

—¡Qué raro! ¿No vio a Kristen enferma o rara?, no fue a jugar con Zoe y estuvo toda la tarde acostada. Eso me parece raro… ella es una niña muy activa —le comentó la mamá a su esposo antes de acostarse.

—Sí, la vi un poco apagada, pero a veces se puede cansar, aunque sea muy activa. Mmm…puede que saltara de más en el recreo …yyy… hoy hizo mucho calor. Eso la pudo cansar más de la cuenta, yo también me sentí cansado hoy, —le dijo él con voz tranquila pausando un poco la frase para consolarla. No ahondó mucho en la preocupación de la mamá. Sabía que a veces ella se preocupaba más de la cuenta. Preocupaciones que en ocasiones la hacían enfermarse por estrés.

Al otro día antes de levantarse Kristin veía el techo de su cuarto y contaba las estrellas fluorescentes, ya no se sentía cansada, pero estaba pensándolo mucho para levantarse a desayunar por lo que fue moviendo su cuerpo casi en cámara lenta como en la televisión. Luego, agarró la cobija y la dobló, extendió sus sábanas en cámara ultra lenta, por lo que le tomó más tiempo arreglar su cama que ponerse de pie. Al terminar de hacerlo caminó al baño con paso aletargado y sin levantar bien los pies lo que se notaba con el sonido de sus pantuflas shhh-tap. Aunque sentía su cuerpo apagado, la niña tenía claro que la tarea debía hacerse o iniciarse ese día. Había escuchado de la boca de su mamá más de mil veces las frases “chiquillos entre más rápido se hagan las tareas mejor”,  “yo no quiero estar corriendo a último momento, porque se les olvido hacer alguna por esperar al último momento".  

Con el mismo paso se dirigió a la cocina después de despertarse un poco al sentir el agua fría en su cara y secarla con la toalla.

—Buenos días a todos, —saludó con voz baja. Andrew y su papá se habían levantado unos minutos antes, aunque la mamá los había llamado a todos al mismo tiempo, por lo que ya se disponían a desayunar. 

 —Buenos días, Kristin, —respondió la mamá—. Agarre los panqueques y la fruta ahí están en la encimera de la cocina, aquí ya está el jugo y la miel, ¿se lavó las manos?

—Sí… —fue lo único que alcanzó a decir la niña antes de que Andre la interrumpiera.

—Buenos días, Kristin —la interrumpió el niño antes de empezar a devorar sus panqueques con miel de maple. Desayuno que le encanta, pero en la casa solo se come los fines de semana por el exceso de azúcar. Y aunque también es el favorito de su madre, comerlos todos los días no es una opción en la casa. Para ella cuando los tres los comen (Kristin, Andrew y ella) se ponen hiperactivos y más dispersos. De lo que no existe evidencia científica, pero ella si nota algunos cambios en los tres, a el papá por suerte  no parecé afectar.

—Buenos días, ¿cómo durmió Kristin? —le preguntó el papá mientras tomaba café y probaba los panqueques.   

—Bien…, pero tengo un poco de pereza…, apenas termine de desayunar me baño y hago la tarea —dijo con cara apática, antes de que su madre le dijera “con pereza o sin pereza, tiene que hacer la tarea ahora en la mañana”. Conocía muy bien a su mamá y sabía que la tarea se tenía que hacer esa mañana.

Puede que esto suene a una imposición por parte de su madre. Sin embargo, era una de las estrategias que ella había adoptado luego de una extensa vida de olvidos y apuros por dejar de hacer todo tipo de actividades a lo largo de los años. Hacerlas desde el principio le permitía planificar, organizar su tiempo para no olvidar hacerlas, fueran de la casa o estudios. 

  Al terminar de desayunar Kristin aprovechó que era sábado y colocó un poco más de tiempo en el cronómetro del baño para tomar un largo y relajante baño de agua caliente que la hizo sentir un poco mejor. Al salir se secó y empezó a tomar cada una de las prendas de ropa, las observaba detenidamente como intentando descubrir en qué parte del cuerpo iban, para alargar el tiempo antes de iniciar con la tarea.

Al terminar de vestirse se dispuso a iniciar …mmm… ¿Qué necesito? el cuaderno de tareas, lápices de escribir, la regla…mmm…qué pereza, hoy no tengo ganas de hacer nada de verdad… no sé por qué… se dijo a sí misma antes que su madre interrumpiera sus pensamientos.

—¿Ya tiene todo para hacer la tarea?

—¡Ahí!, Sííí… —respondió al ver que la voz era la de su madre—. Ya voy a empezar a hacerla mamá.

—Si ocupa algo me avisa —le sugirió ella antes de regresar a los quehaceres de esa mañana.

—Ok… —respondió Kristin mientras se sentaba a leer todas y cada una de las indicaciones. Aunque esta era una recomendación que siempre le daban su mamá y los profesores, ella siempre la omitía para empezar y terminar rápido cualquier tarea escrita, pero esta vez al hacerlo podía procrastinar la acción de empezar.

Luego de unos minutos de lectura superlenta, sintió su vejiga medio llena por la cantidad de jugo que tomo en el desayuno, por lo que decidió ir antes de empezar, en el pasillo se topó con su mamá:

—Kristin, ¿ya empezó la tarea?, usted a veces se pasa de floja y después hay que andar corriendo.

—Ya la leí, es que necesitaba ir al baño, voy y regreso a hacerla.

—Está bien, pero yo no le voy a estar recordando o preguntando, si no la hace y se le olvida la va a tener que presentar sin hacer o sin terminar. Usted ya debe ir aprendiendo a ser responsable, —le dijo su mamá medio enfadada e intentando desentenderse del asunto, algo que era difícil para ella hacer, tendía a ser intensa con el asunto de las tareas de los niños, algo que está intentado dejar por el estrés que le produce y para que se hicieran independientes. 

 Kristin al escuchar estas palabras sintió una opresión rara en el pecho como de tristeza, lo que se reflejó en su rostro al apagarse más de lo que ya estaba antes, no entiendo, porqué mamá piensa que soy floja, yo se que a veces me tienen que recordar las cosas porque se me olvidan, pero hago lo que tengo que hacer, rumiaba mientras se bajaba la ropa, sentaba a orinar, subía de vuelta la ropa, lavaba sus manos, las secaba y regresaba al cuarto. Era difícil para la niña detener sus pensamientos.  

  Al regresar al cuarto se sentó en la silla todavía pensando en lo que le dijo su madre, lo que bajó un poco más su batería, ya que se desmotivó. Tanto así que tuvo que iniciar paso por paso, ya que además de no tener ganas de hacerla también le costaba concentrarse en los ejercicios. Lo que se reflejó cuando al escuchar la rama del árbol golpear  su ventana volvió a verla aunque ya estaba acostumbrada a ese ruido. 

Kristin no  entendía porque ese día le estaba costando tanto hacer la tarea. Ella tiene claro que no es la persona más aplicada del mundo, pero sabé que se esfuerza para ser responsable; esa fue la razón por la que le molestaron y entristecieron las palabras que su madre, yo nunca he dejado de hacer mi tarea o hasta trabajar en clase por más aburrida que este, no entiendo, la verdad, no entiendo porqué mi mamá piensa que soy irresponsable rumiaba en su mente mientras veía fijamente el problema escrito el dia anterior en la página de su cuaderno sin avanzar. 

—Kristin, Kristin, —la sacó Andrew de sus pensamientos al llamarla.

—¡Sí!… Andrew, —exclamó mientras se llevaba la mano al pecho porque sentía el corazón acelerado del susto.

—¿La asusté? —le preguntó Andrew al verle los ojos abiertos y la cara más blanca que la luna llena que ve en las películas. 

—...Sí… Andrew, me asustó.

—Perdón, —le dijo el niño mientras la abrazaba para consolarla, abrazo que la hizo sentirse mejor, del susto y de las palabras que le había dicho su madre —. Es para ver si quiere ver una película después de que termine. 

—Sí, voy a apurarme a terminar y la vemos con palomitas. —, respondió la niña mientras soltaba a Andrew y llevaba sus manos cerca de la cara para chocar sus palmas rápidamente como simulando aplaudir de felicidad, mostrando una sonrisa—. ¡Tenemos que aprovechar que no tenemos que estudiar para exámenes!  

—Sííí… —respondió él sonriendo y con los ojos llenos de brillo, lo que hizo a Kristin sentir como un rayo de energía recorriendo su cuerpo. Rayo que le subió la batería y motivo para continuar con la tarea. Lo único que le faltaba a su cerebro era un pequeño estímulo externo para lograr querer terminar la tarea, en este caso fue tanto el abrazo de su hermano y las ganas de ver la película con palomitas. 

Apenas se fue Andrew, ella de forma extraña y casi espontáneamente, se concentró de tal manera que no se dio cuenta en qué momento había pasado media hora la que sintió como segundos. En realidad, la niña no se sentía motivada para iniciarla, pero sí entendía lo que tenía que hacer. Eso hizo que hacer la tarea fuera fácil. Antes de ir a ver la película guardó y dejó listo el bulto que tenía que llevar el lunes a la escuela, el resto del día la niña lo dedicó a relajarse y descansar.  


Continuara...


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