Uf, ¿quién no se ha sentido alguna vez en esa montaña rusa sin fin donde las tareas se acumulan, los horarios explotan y el cerebro simplemente dice "¡basta!"? Si eres como yo, una mamá (¡de personas con TDAH y una con autismo, ni más ni menos!), y además navegas la vida con un cerebro autista y TDAH, sabés de lo que hablo. El mundo actual nos empuja a un ritmo que a veces parece diseñado para hacernos explotar. Pero, ¡alto ahí! No tenemos por qué dejarnos arrastrar. Hay dos superpoderes que he aprendido a usar (y créanme, ¡no ha sido fácil!): la planificación estratégica y el descanso consciente.
Planificar: Tu Brújula en el Caos (¡Incluso con un Cerebro que Ama la Espontaneidad!)
Ok, sé lo que muchos pensarán: "¿Planificar? ¡Pero si mi cerebro TDAH vive en el 'aquí y ahora'!" O, "Mi mente autista prefiere la rutina, pero ¿cómo la creo con tanta demanda?" Y es cierto, para nosotros, la planificación no es solo una lista bonita; es una herramienta vital para nuestra autorregulación. No se trata de ser rígidos, sino de darnos una estructura que, curiosamente, ¡nos da libertad!
Cuando me siento a planificar (y no siempre es fácil, a veces el "bicho" de la procrastinación me susurra), noto cómo:
La productividad se dispara: De repente, ese montón de "cosas por hacer" empieza a tener forma. No ando dando tumbos, sino que enfoco mi energía, que ya de por sí a veces es limitada, en lo que realmente importa. ¡Adiós a la parálisis por análisis!
El estrés baja: Esa sensación constante de "¿se me olvida algo?" o "no me da tiempo" disminuye. Saber lo que viene, incluso si tengo que ajustarlo (¡flexibilidad ante todo!), me da una paz mental invaluable.
Priorizo sin culpa: Con la planificación, aprendo a ver qué es urgente y qué es importante. Esto es clave para nosotros, que a veces nos perdemos en los detalles o nos saturamos con mil cosas a la vez. Pongo primero lo que me acerca a mis metas, a mi bienestar y al de mis hijos.
Veo el progreso: Cada casilla marcada, cada tarea completada, es una pequeña victoria. Y esas pequeñas victorias son las que alimentan la motivación, algo que a veces nos cuesta mantener.
El Descanso: No es Lujo, ¡es Supervivencia para Cerebros Neurodivergentes!
Si la planificación nos impulsa, el descanso es como la base que sostiene todo. Y aquí es donde quiero ser super clara, porque esta es una de las cosas que más nos cuesta entender, ¿verdad? El descanso NO es para flojos; es para inteligentes. Para un cerebro neurodivergente que procesa el mundo de forma intensa, que se sobreestimula, que a veces tiene dificultades con el sueño... ¡el descanso es oro puro! Y no hablo solo de dormir. Hablo de pausas, de desconexión real.
Ignorar el descanso es como correr un maratón sin parar a beber agua. Vas a terminar deshidratado y colapsando. He aprendido (a golpe de burnout severo, debo confesar) que descansar es vital para:
Evitar el agotamiento total (¡ese famoso burnout!): Créanme, he estado ahí. El cuerpo y la mente simplemente se apagan. La calidad de mi trabajo cae, mi paciencia como mamá se evapora y, bueno, mi vida personal se resiente. Necesitamos esos momentos de pausa para no llegar a ese punto.
Despertar la chispa: Un cerebro descansado es un cerebro más creativo, más concentrado. Es donde las ideas fluyen, donde puedo encontrar soluciones a los desafíos o formas más empáticas de manejar un conflicto.
Fortalecer mi templo (cuerpo y mente): El descanso es medicina. Ayuda a regular todo, desde mis hormonas hasta mi sistema inmune, y reduce esa hormona del estrés que tanto nos acompaña: el cortisol.
Recargar la motivación: Cuando me tomo un respiro, regreso con nuevas energías, con una perspectiva más fresca. Es como resetear el sistema.
¿Te sentís identificada? ¿Esa lista de pendientes te persigue hasta en sueños? ¿Sentís que el cansancio es tu sombra, no importa cuánto hagas? He estado ahí, y sé que podemos cambiarlo.
¿Cuál es tu mayor desafío a la hora de planificar o de encontrar tiempo para descansar? ¡Cuéntame en los comentarios!
Y ya que llegaste hasta aquí, quiero recordarte algo fundamental, algo que va más allá de la física y se mete en el corazón de nuestras interacciones. Pienso en la Tercera Ley de Newton: "Para cada acción hay una reacción igual y en el sentido opuesto". Es una verdad universal.
Nuestras acciones y palabras tienen un poder inmenso. Pueden ser ese impulso que eleva a alguien, que lo hace sentir visto y valorado, o pueden ser el empuje en la dirección opuesta, generando dolor o desánimo. Como padres y docentes, tenemos una responsabilidad enorme y una oportunidad hermosa de impactar vidas.
Así que, cada día, elijamos que nuestras acciones y nuestras palabras sean siempre para impulsar de forma positiva. Busquemos hacer el bien, sembrar comprensión y cosechar bienestar. ¡Gracias por leer hasta el final!


0 Comentarios