TDAH: Más Allá de los Caprichos, una Mirada a Su Base Neurológica

Tercera ley de Newton “para cada acción hay una reacción igual y en el sentido opuesto”.




    ¡Hola a todos! Hoy quiero que hablemos de algo que genera muchas dudas y, a veces, frustración tanto en casa como en el aula: el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Como saben, este tema me toca de cerca, no solo como educadora especial, sino como mamá de dos personas con TDAH y como alguien que vive con él.

    Es muy común escuchar frases como "es que no se esfuerza", "solo quiere llamar la atención", o "es puro capricho". Y sé que, a veces, ver a un niño o niña que parece no seguir instrucciones, que está siempre en movimiento o que "se despista" fácilmente, puede llevarnos a pensar eso. Pero hoy quiero contarles algo fundamental: el TDAH no es una cuestión de "querer" o "no querer" hacer las cosas, ni de mala voluntad. Detrás de esos comportamientos hay una razón neurológica.

El cerebro y el TDAH: Una breve explicación

    Piensen en nuestro cerebro como una gran orquesta. Cada sección tiene su función y trabajan juntas para que todo suene en armonía. En el caso del TDAH, algunas "secciones" de esa orquesta cerebral tienen un ritmo diferente o una comunicación un poquito más lenta.

    Principalmente, hablamos de áreas en la parte frontal del cerebro (la corteza prefrontal), que son clave para lo que llamamos las funciones ejecutivas. ¿Y qué son estas funciones? Pues son como el "director de orquesta" de nuestro cerebro:

  • Planificación: Organizar tareas, pensar en el futuro.
  • Atención: Mantener el foco, no distraerse con facilidad.
  • Memoria de trabajo: Recordar lo que estamos haciendo en el momento.
  • Control de impulsos: Frenar una respuesta automática, pensar antes de actuar.
  • Regulación emocional: Manejar las emociones sin desbordarse.

    En el cerebro de una persona con TDAH, la conexión y la actividad en estas áreas pueden ser un poco diferentes. No es que no existan, sino que a veces les cuesta más "activarse" o mantener la "energía" necesaria.

    Además, hay neurotransmisores (que son como los "mensajeros" químicos del cerebro), especialmente la dopamina y la noradrenalina, que no funcionan de la misma manera. Estos mensajeros son vitales para la motivación, la atención y el control. Si no hay suficientes o no se usan bien, el cerebro tiene que esforzarse mucho más para hacer tareas que para otros son sencillas.

¿Qué significa esto en el día a día?

    Todo esto se traduce en los comportamientos que vemos:

  • Dificultad para mantener la atención: No es que no quieran atender, es que su cerebro se distrae más fácilmente con estímulos internos o externos. Es como si tuvieran un filtro menos potente para el ruido.
  • Hiperactividad/Inquietud: No es que quieran molestar, es que su sistema nervioso necesita más movimiento para mantenerse alerta o para procesar información. El movimiento a veces les ayuda a concentrarse.
  • Impulsividad: No es que sean desobedientes, es que les cuesta más frenar una respuesta inmediata porque la parte del cerebro que controla los impulsos tarda un poco más en activarse.
  • Problemas para organizar o planificar: No es pereza, es que la función de "director de orquesta" de su cerebro tiene más desafíos para secuenciar tareas o pensar en los pasos.
  • Dificultad con la regulación emocional: Pueden pasar de la alegría a la frustración rápidamente porque la gestión de sus emociones es un reto neurológico.

La gran conclusión: empatía y estrategias

    Entender que el TDAH tiene una base neurológica es el primer paso para dejar de juzgar y empezar a comprender. Nos ayuda a darnos cuenta de que estos niños y niñas no son "flojos" ni "caprichosos"; están lidiando con un cerebro que funciona de una manera particular.

    Como padres y docentes, nuestro rol es clave. Cuando entendemos esta base neurológica, podemos dejar de lado la frustración y empezar a buscar estrategias efectivas y adaptaciones que realmente los ayuden a desarrollar sus habilidades, a manejar sus desafíos y a sentirse comprendidos y valorados. Se trata de apoyar un cerebro que trabaja diferente, no de "arreglar" un comportamiento.

    ¿Qué les parece este enfoque? ¿Cómo crees que esta información puede cambiar la forma en que interactuamos con los niños y niñas con TDAH?

    ¡Espero que esta información te sea útil! y gracias por leer hasta el final, aprovecho que llegaste hasta aquí para recordarte la tercera ley de Newton "Para cada acción hay una reacción igual en el sentido opuesto" nuestras acciones o palabras tienen el poder de impulsar a una persona de forma positiva o negativa, siempre busquemos hacer el bien.



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