¿Rabieta o crisis? La clave para entender y acompañar a tus hijos

Tercera ley de Newton “para cada acción hay una reacción igual y en el sentido opuesto”.

¡Hola, comunidad de menteduc@blog! ¿Alguna vez han estado en una situación en la que su hijo parece "explotar" y se preguntan si es una rabieta o algo más? Como mamá de dos chicos neurodivergentes (uno con TDAH y el otro con autismo y TDAH) y como persona formada en educación especial, sé lo confuso y agotador que puede ser. Pero no se preocupen, hoy vamos a desenredar este tema tan importante.

A menudo, la sociedad tiende a etiquetar cualquier berrinche como una simple "rabieta de niño malcriado", pero ¡eso no es cierto! He aprendido que no todas las explosiones emocionales son iguales. Hay una diferencia fundamental entre una crisis y una rabieta. Entenderla no solo nos ayuda a reaccionar de manera más efectiva, sino también a ser más empáticos y compasivos.


¿Qué es una crisis?


Imaginemos que el cerebro de nuestro hijo es como una computadora. En una crisis, esa computadora se sobrecarga y se apaga de golpe. Según los expertos en neurodivergencia como el Dr. Ross Greene, una crisis no es una elección; es una reacción involuntaria a una sobrecarga sensorial o emocional. Es una respuesta de "lucha, huida o congelación" del sistema nervioso.

¿Qué las produce?


  • Sobrecarga sensorial: Demasiado ruido, luces brillantes, olores fuertes, o un ambiente caótico. Para un cerebro neurodivergente, esto puede ser como tener 100 pestañas abiertas en la computadora al mismo tiempo.

  • Emociones intensas: Estrés, ansiedad, miedo o frustración que no se pueden procesar.

  • Cambios inesperados: Un cambio en la rutina, una transición que no se anunció, o la sensación de no tener el control.

Durante una crisis, el niño no está tratando de manipularnos. Simplemente no tiene las herramientas para regular sus emociones en ese momento. Puede gritar, llorar inconsolablemente, golpear, o incluso "desconectarse" y quedarse inmóvil. Es un momento de pérdida de control total.


¿Y qué es una rabieta?


Ahora, pensemos en la rabieta como un intento de negociación. Es una respuesta voluntaria y estratégica para conseguir algo que quieren, evitar algo que no quieren, o simplemente para expresar una frustración. El niño tiene un objetivo claro en mente y, aunque las emociones son reales, hay un componente de intencionalidad.

¿Qué las produce?

  • Desear algo: "Quiero ese juguete, y si lloro lo suficiente, tal vez me lo den."

  • Evitar una tarea: "No quiero recoger mis juguetes, así que haré un berrinche para no tener que hacerlo."

  • Límites claros: La rabieta a menudo ocurre cuando el niño se topa con un "no" firme.

La clave aquí es que, durante una rabieta, el niño aún mantiene cierto grado de control. Puede modular la intensidad del llanto si entra un extraño a la habitación, o puede terminar el berrinche abruptamente si consigue lo que quería.


Estrategias compasivas para cada situación


Entender esta diferencia es el primer paso. El segundo es saber cómo actuar. Aquí les comparto algunas estrategias que me han funcionado como mamá:


Para una crisis (la sobrecarga):


  1. Prioriza la calma y la seguridad: Tu objetivo principal es ayudar a tu hijo a volver a la calma. No es momento de enseñar, regañar o negociar. Lleva a tu hijo a un lugar tranquilo y con pocos estímulos, como su cuarto o un rincón silencioso.

  2. Usa el lenguaje corporal: Un abrazo suave (si lo acepta), un tono de voz bajo y un contacto visual limitado pueden ser reconfortantes. No uses muchas palabras; en ese momento, el cerebro está demasiado abrumado para procesarlas.

  3. Provee herramientas sensoriales: Ofrece un cojín para apretar, una manta pesada, orejeras con cancelación de ruido, o un objeto para morder. Esto le ayuda a su sistema nervioso a regularse.

  4. Espera pacientemente: La crisis pasará. Quédate cerca, sin presionar, y hazle saber que estás ahí para él. Después, cuando ambos estén calmados, pueden hablar de lo que pasó.


Para una rabieta (la negociación):


  1. Mantén la calma y la consistencia: Tu reacción es clave. No cedas ante la demanda. Si dices "no", mantén ese "no" de manera firme pero amorosa. Esto le enseña a tu hijo que las rabietas no son una forma efectiva de conseguir lo que quiere.

  2. Reconoce sus sentimientos, pero establece el límite: Puedes decir algo como, "Entiendo que estás enojado porque no podemos comprar ese dulce. Está bien estar triste, pero no vamos a hacer un berrinche por eso."

  3. No entres en la lucha de poder: Evita gritar, amenazar o argumentar. Si la rabieta se intensifica, puedes retirarte un poco y darle espacio, pero sin abandonarlo. Sigue observando y vuelve cuando se calme un poco.

  4. Redirige la atención: Una vez que la intensidad disminuya, ofrece una alternativa. "No podemos comprar ese juguete, pero podemos ir al parque a jugar ahora. ¿Te parece?"


El espejo de nuestras emociones: Por qué el autocontrol adulto es clave


En momentos de caos, nuestro rol es el de un faro de calma en la tormenta. Los niños aprenden a manejar sus emociones a través del ejemplo. Si ven que ante una situación estresante nosotros nos descontrolamos, les estamos enseñando que esa es la forma "correcta" de reaccionar. Por el contrario, si nos ven mantener la calma, respirar hondo y manejar la situación con serenidad, les estamos dando una hoja de ruta para su propio autocontrol.

Estrategias para padres y docentes: Cómo manejar tu propia respuesta

Integrar esta práctica en nuestro día a día no es fácil, pero es posible. Aquí les dejo algunas ideas para que, en esos momentos de alta tensión, también podamos cuidarnos a nosotros mismos:

  1. Reconoce tus emociones: Antes de reaccionar, tómate un segundo para identificar lo que sientes. ¿Estás enojado? ¿Frustrado? ¿Abatido?

  2. Date un micro-descanso: No tienes que resolver el problema en ese instante. Si la rabieta o crisis es segura para tu hijo, tómate unos segundos para respirar.

  3. Usa un mantra: Ten una frase lista para esos momentos, como: "Estoy tranquilo. Soy el adulto. Esto pasará". Repetirlo en tu mente te ayuda a mantener el enfoque y a evitar que la emoción te desborde.

  4. Habla después, no durante: Si te das cuenta de que has perdido la calma, no te castigues. Lo importante es cómo te recuperas. Una vez que la tormenta haya pasado y todos estén tranquilos, puedes regresar y decir: "Mamá/papá también se sintió muy frustrado antes y se enojó, pero estoy aprendiendo a manejarlo mejor." Esta honestidad es un poderoso modelo a seguir.

Recordemos que tanto las crisis como las rabietas son oportunidades para enseñar. En una crisis, enseñamos a nuestro hijo a autorregularse con nuestro apoyo. En una rabieta, enseñamos a nuestro hijo que el mundo tiene límites y que hay formas más saludables de manejar la frustración.

No estás solo en esto. Sé que es difícil, pero con conocimiento, empatía y mucho amor, podemos apoyar a nuestros hijos en su desarrollo emocional, rompiendo etiquetas y construyendo puentes de comprensión.

¡Nos vemos en el próximo post!


#Apoyo@prendiendo #Menteduc@blog #Laeducacióninclusivaesimportante #Eliminandoetiquetaspormediodelconocimiento #MenteducablogComunidad #TDAH #tdahadulto #tdahenniños #espectroautista #tdahdescomplicado


Publicar un comentario

0 Comentarios