Como alguien con TDAH y que ha visto de cerca cómo las etiquetas pueden moldear una vida, sé lo crucial que es hablar de esto. A menudo, las personas con TDAH no se ven a sí mismas a través de sus fortalezas y habilidades únicas, sino a través del reflejo de las etiquetas que la sociedad les impone. "Desordenado", "flojo", "irresponsable", "impulsivo", "despistado"... Estas palabras se clavan, una a una, en la autopercepción, creando una imagen distorsionada y negativa.
El impacto de las etiquetas en la autoestima y el autoconcepto
La forma en que nos vemos a nosotros mismos, nuestro autoconcepto, se construye a partir de nuestras experiencias y de la retroalimentación que recibimos del entorno. Para una persona con TDAH, especialmente en la infancia, esta retroalimentación suele estar cargada de críticas y etiquetas. El niño que no puede quedarse quieto es "hiperactivo"; el que olvida las tareas es "irresponsable"; el que interrumpe es "mal educado".
Con el tiempo, estas etiquetas externas se internalizan y se convierten en parte de su diálogo interno. La persona empieza a creer que es un problema, no que tiene un desafío. Esta identidad negativa tiene graves consecuencias:
Baja autoestima: Crecen sintiéndose menos capaces que sus pares, lo que afecta su confianza en sí mismos y su capacidad para asumir nuevos retos.
Aislamiento social: El miedo a ser juzgados o la vergüenza los lleva a evitar situaciones sociales, afectando su desarrollo emocional y su sentido de pertenencia.
Ansiedad y depresión: La constante presión por "encajar" y la frustración por no lograrlo pueden derivar en problemas de salud mental.
Profecía autocumplida: Al creer que son "flojos" o "incapaces", dejan de esforzarse, confirmando involuntariamente la etiqueta que les impusieron.
La urgencia de un cambio de perspectiva: De la etiqueta al acompañamiento
La reflexión aquí es clara: no podemos permitir que una etiqueta defina a una persona. Como padres y docentes, nuestra responsabilidad es inmensa. En lugar de decir "eres un desastre", podemos decir "veo que te cuesta organizarte, ¿qué estrategia podemos usar juntos?". En vez de "eres un vago", podemos preguntar "¿qué te impide empezar esta tarea, necesitas un descanso o una forma diferente de abordarla?".
Se trata de eliminar las etiquetas y reemplazarlas por comprensión, apoyo y herramientas. Dejar de juzgar y empezar a acompañar. Nuestra labor es ayudar a estas personas a ver sus cerebros no como una falla, sino como una forma de ser única que, con las estrategias adecuadas, puede ser una gran fortaleza. La impulsividad, por ejemplo, puede ser energía para innovar; la distracción, una mente creativa que conecta ideas inesperadas.
El amor incondicional y el apoyo sin juicio son la base sobre la que se construye una autoestima sana y un autoconcepto positivo. Y esta es la mejor forma de demostrarles que son valiosos, más allá de cualquier diagnóstico o etiqueta.
Recordemos la tercera ley de Newton: "Para cada acción, hay una reacción igual y opuesta."
Si nuestra acción es etiquetar y juzgar a una persona con TDAH, la reacción será una autoestima herida y una identidad negativa. Pero si nuestra acción es el acompañamiento, el apoyo y la comprensión, la reacción será el florecimiento de su verdadero potencial. El cambio está en nuestras manos.
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