Hoy en día es común escuchar que una persona tiene ansiedad, ya sea por el estilo o el ritmo de vida impuestos por la sociedad. En esta época el ser humano debe ser casi perfecto, sin fallar en nada de lo que hace, además tener una gran cantidad de obligaciones encima para ser una persona multifuncional. Por lo que, cuando algún adulto dice estoy ansioso, se sabe la razón exacta.
Sin embargo, de algo que no se habla es que los niños y niñas con algún trastorno, que influya en la forma en que aprenden, pueden tener altos niveles de ansiedad. La razón es que deben de cumplir con los estándares de aprendizaje diseñados para personas que no presentan características diferentes a la de ellos.
Esto es una realidad que muchos padres y docentes desconocen y que influye en la calidad de vida de los niños y niñas. Ya que repercute aún más en el aprendizaje. ¿Por qué? Pues, porque cualquier persona con ansiedad está en estado de alerta lo que incrementa los síntomas de cualquier trastorno que presente. El cerebro está alterado y cuando eso sucede todos los sentidos se aceleran haciendo que se perciba la información de forma diferente, así como la forma en que se expresa no sea la correcta.
Cabe destacar que todas las personas han escuchado la palabra ansiedad en algún momento, pero, saben ¿Qué es? ¿Cómo se manifiesta en adultos o niños?, más importante aún, ¿Saben cómo identificar si están presentando ansiedad?
También, por lo menos a mí se me presenta la duda, los adultos que han normalizado los síntomas de la ansiedad en ellos mismos, tendrán el conocimiento suficiente para identificarlos en los niños o niñas.
O más importante saben cómo se manifiesta la ansiedad en la infancia, leanlo a continuación:
Para Bauermeister “las señales principales de ansiedad son la preocupación, el temor, la aprensión o la intranquilidad. Estas reacciones pueden ocurrir repetidamente ante diversos eventos o actividades (p. ej., en relación al trabajo escolar) o ante situaciones específicas (p. ej., al separarse de los padres). (pp. 48-49)
Es normal que los niños o niñas se preocupen, sientan miedo o se muestran intranquilos, la diferencia cuando existe ansiedad es que estos sobrepasan los niveles normales a tal punto que no se pueden concentrar en otras actividades.
Son esos niños o niñas que muchas veces son regañados porque son temerosos, rompen en llanto de forma fácil, muestran timidez en todos los contextos que se desenvuelven, no les gusta hablar, pueden ser irritables, malhumorados o reaccionan de forma abrupta.
Aunque un trastorno de ansiedad puede surgir por eventos traumáticos que le suceden a un ser humano, está comprobado que el estrés diario de no cumplir los estándares educativos o de trabajo también lo pueden provocar en las personas adultas. Ahora, imaginen a los niños y niñas que son regañados a menudo por no realizar las actividades de la misma forma que sus iguales. Estos acumulan el mismo estrés, ya que no pueden cumplir con los estándares diseñados para su edad.
Lo irónico es que a un adulto se le dice que tiene ansiedad por la situación que está pasando, pero, a un niño o niña se le dicen frases hirientes cuando se irritan como: “no sé por qué usted es así”, “siempre tímido”, “llora por todo”, “es maleducado”. Por lo que cargan con su dificultad y la ansiedad a la vez.
Cuando un niño o niña ha sufrido un evento traumático en la infancia se recurren a terapias para evitar que surja un trastorno de ansiedad, pero cuando no se relaciona con eventos de estrés diario por no ser igual que los demás al presentar un trastorno de aprendizaje no se logra identificar ni se tratar adecuadamente.
Tal vez es por eso que recuerdo mi infancia llena de miedos y preocupaciones por más cosas de la cuenta, simple, era una niña ansiosa llena de temores ante cualquier eventualidad y si tenía que hacer tareas escolares era peor, y una exposición oral ni para que acordarme. Esos son mis recuerdos de la niñez o los que me marcaron de por vida.
El diagnóstico de mi hijo es trastorno del espectro autista, y a pesar de recibir terapia sufre de ansiedad, claro, es parte de su condición. Sin embargo, entender que él tiene episodios ansiosos permite apoyarlo de forma correcta. Lo mismo debe ocurrir cuando un niño, niña o adolescente presenta un trastorno relacionado con el aprendizaje el apoyo constante puede disminuirla.
La ansiedad nunca va a desaparecer, es una emoción que se ha normalizado para bien o para mal, lo real es aprender a convivir con ella y buscar técnicas para disminuirla cuando aparece.
Por otro lado, es necesario estar atentos al comportamiento de los niños y niñas, lo normal es que no se preocupen, sí, lo normal es que rían, griten, salten y jueguen sin preocupaciones. Además, que tengan obligaciones acordes a su edad, pero siempre felices, ningún niño o niña ansiosa es feliz por completo, que lo diga cualquier persona que lo ha vivido.
Hoy en día hay profesionales que brindan atención en la infancia, si tienes dudas, busca alguno que pueda evaluar a tu hijo o hija, esto va a permitirle adquirir herramientas para controlarla.
Gracias por leer hasta el final, te recuerdo de nuevo la tercera ley de Newton "Para cada acción hay una reacción igual en el sentido opuesto" nuestras acciones o palabras tienen el poder de impulsar a una persona de forma positiva o negativa, siempre busquemos hacer el bien.
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