El Mito de la "Falta de Atención"
Hace poco tuve la oportunidad de asistir a un congreso que proponía una nueva y necesaria visión sobre el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad/Impulsividad (TDAH). Este es un tema que me toca de cerca, no solo por mi formación en educación), sino como una persona que vive con TDAH y es madre de dos personas neurodivergentes.
Históricamente, muchas de las dificultades que presentamos las personas con TDAH han sido invisibilizadas o malentendidas debido al enfoque que se le ha dado durante años: el temido "déficit de atención". Esta etiqueta, implícita en el nombre médico, está muy lejos de capturar la complejidad real de la condición.
Desde las primeras descripciones se habla de cómo la persona fragmenta su atención, dificultándole enfocarse en la actividad que debe realizar. También se mencionan el desarrollo atípico de las funciones ejecutivas y la dificultad para regular las emociones.
Redefiniendo la lucha: El sistema ejecutivo es la clave
Quiero detenerme aquí porque esta es la clave de todo. La lucha real en el TDAH no está en la atención en sí misma, sino en la gestión de esa atención y el comportamiento.
Recordemos la definición de las funciones ejecutivas (FE):
Conjunto de procesos cognitivos que permiten a una persona planificar, organizar, iniciar, priorizar, cambiar el foco y regular los comportamientos, pensamientos y emociones para alcanzar metas u objetivos.
En otras palabras, las FE son las "funciones gerenciales" de nuestro cerebro. Son las que marcan las pautas necesarias para realizar las actividades diarias. Si estas funciones no se coordinan adecuadamente, la persona presenta dificultades en: organizar, planificar, iniciar acciones, mantener la atención, y regular las emociones.
Lo anterior nos lleva al punto crítico: la disfunción ejecutiva (DE) es realmente el motor de lo que vemos como "síntomas" del TDAH. La aparente "falta de atención" no es que no podamos prestar atención; es que no podemos gestionar, enfocar o sostener esa atención de manera consistente, especialmente cuando la tarea no nos da un estímulo inmediato.
Profundizando: Los pilares de la disfunción ejecutiva
Las investigaciones confirman que el TDAH es un trastorno del sistema ejecutivo del cerebro. Esto implica que la dificultad principal reside en la capacidad para aplicar las habilidades cognitivas de alto nivel.
Para padres y docentes, identificar la función que debe ser compensada permite aplicar la estrategia correcta. La disfunción ejecutiva se puede manifestar en:
- Inhibición de respuesta: Es la dificultad para frenar un impulso. Es el clásico "disparar antes de apuntar", lo que se traduce en interrupciones, impulsividad en las decisiones y dificultad para esperar el turno.
- Memoria de trabajo: La capacidad de mantener información en mente para manipularla. Esta falla provoca que se olviden las instrucciones de varios pasos, que se pierda el hilo de lectura o que el proceso de copiar del pizarrón sea una tortura." Como madre, sé que si mi hijo no puede seguir la instrucción, debo reducirla a un paso a la vez, no repetir los tres pasos más alto".
- Planificación y organización: La habilidad para fijar metas y crear pasos. Esto se ve afectado por la "Ceguera temporal"; el futuro es difuso, lo que dificulta la motivación para empezar tareas que no tienen recompensa inmediata. El desorden crónico es un síntoma de esta falla organizativa.
- Flexibilidad cognitiva: La dificultad para cambiar de estrategia o adaptarse a reglas nuevas. Esto genera frustración extrema y rigidez cuando las rutinas se rompen, o si el plan original no funciona.
- Regulación Emocional: La incapacidad de modular la intensidad de las emociones. La desregulación emocional (reacciones desproporcionadas a la situación) es una manifestación directa de la disfunción ejecutiva, y requiere co-regulación y empatía, no castigo.
La conclusión que cambia el juego
Al entender el TDAH como una disfunción del sistema ejecutivo, pasamos de la crítica a la estrategia.
- Adiós a la culpa: Dejamos de ver la condición como una falta de voluntad y la vemos como una dificultad en la ejecución. Esto libera de culpa a los padres, a los docentes y, lo más importante, a la persona con TDAH.
- Hola a la solución: Nuestro rol como adultos es convertirnos en el "andamiaje" o la "prótesis ejecutiva" externa. Esto significa:
Externalizar: Usar listas de verificación, agendas visuales y temporizadores para hacer visibles las funciones que el cerebro no puede sostener internamente.Micro-pasos: Descomponer las tareas grandes y abrumadoras en pasos tan pequeños que sean imposibles de fallar.Priorizar el estímulo: Usar la intensidad, la novedad o el interés para iniciar la tarea, en lugar de depender únicamente de la fuerza de voluntad
Comprender el TDAH desde la lente de la disfunción ejecutiva nos permite crear ambientes de aprendizaje verdaderamente inclusivos y adaptados a la realidad neurobiológica, transformando la lucha diaria en progreso estratégico.
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